El entorno competitivo actual, caracterizado por la existencia de una vertiginosa carrera en la que el motor de crecimiento no es otro que la introducción de continuos avances tecnológicos y mejoras que contribuyan a fomentar la comercialización de productos y servicios cada vez más adaptados a las necesidades y preferencias de las personas que integran el mercado de actuación, está desembocando en el establecimiento de alianzas y acuerdos comerciales impensables hasta la fecha.
Un ejemplo singular de este escenario de cooperación entre empresas competidoras lo podemos encontrar en el sector de empresas fabricantes de dispositivos móviles, donde Samsung y Apple llevan unos años disputándose el liderazgo en las ventas de telefonía móvil o tablets pero, de forma simultánea, son capaces de llegar a alianzas comerciales para la fabricación de dispositivos y componentes.
Ambas multinacionales acaban de cerrar un acuerdo por el que Samsung se convertirá en el principal responsable para el desarrollo de los procesadores que se integrarán, por ejemplo, en los futuros iPhone de Apple.
De hecho, diversas fuentes aseguran que, en la plantilla de Samsung Electronics, se ha conformado un equipo de trabajo de alrededor de 200 personas cuya dedicación exclusiva estará relacionada con el diseño, desarrollo y fabricación de las pantallas de los dispositivos Apple, como iPad o MacBook, con lo que la multinacional norteamericana se convertirá en el principal cliente externo de los componentes fabricados por Samsung.
Este acuerdo reforzará la posición dominante de Samsung en el ámbito de la fabricación de pantallas, tanto LCD como LED, donde actualmente cuenta con una cuota de mercado aproximada de un 85%, muy por encima del resto de empresas presentes en este sector, además, permitirá desplazar a la compañía coreana LG como proveedor estratégico en el suministro de este componente para Apple.